miércoles, agosto 03, 2005

Big In Japan (III)

El tercer día fue el de la quedada con Mieko. El tifón siguió haciendo de las suyas y llovió a mares. Ese día descubrí el metro, bastante lioso por varios motivos. El principal,que las líneas pertenecen a diferentes compañías y que hay que pagar diferentes tarifas según recorrido, sin estar libre de volver a pagar en el transbordo si el siguiente tren que vas a pillar es de otra compañía. Además, y como es habitual, casi todos los letreros están en japo y no te enteras de nada. Sintomática la recomendación de la guía Salvat: algo así como "si no sabes qué tarifa te corresponde, pilla en la máquina el billete más caro y así el revisor no te parará". Menos mal que yo iba con Mieko.
No pillé hora punta, por lo que me perdí los momentos más freakies del metro (los empujadores, el vagón solo para tías) y se terminó por parecer a cualquier otro metro del mundo, con la salvedad de lo absolutamente inundado que está de anuncios por todos sus recovecos. Sobredosis de información total.
En la zona de Ginzo fuimos a ver un teatro de Kabuki y... tachán.... decidimos meternos dentro (sesión matinal). En el kabuki se puede pagar por actos o por ver la representación entera. El público es muy familiar (gente mayor, jóvenes). Nos tocó arriba de todo del gallinero en una esquina. La obra era una adaptación de Shakespeare ("El día 12" o algo así) y los decorados eran muy modernos, bastante espectaculares, jugando con espejos y un músico de cuerda en una pantalla. Los actores surgen desde el público y éste aplaude cada vez que sale un nuevo personaje. Para mi decepción, tenía más de comedia que de drama y el argumento, muy basado en el enredo, parecía muy como de nuestro teatro de variedades.Claro que como eran japoneses, tíos haciendo de tías que se disfrazaban de tíos y tal, grandes voces, grandes maquillajes, grandes decorados... moló. Por cierto, que a mi lado había una japonesita que se quedaba dormida, le caía la cabeza y la terminó apoyando en mi hombro. Qué riquiña!!
Luego fuimos al templo budista más antiguo de Tokio. Lugar turístico en el que me encontré de nuevo con La Oreja de Van Gogh (y no iba a ser, ni de lejos, la última). El sitio tenía un encanto especial aunque, al igual que Scarlett, no sentí nada :-/
Última parada en el barrio de Shinjuku. Vimos el edificio del ayuntamiento (una tremenda mole altísima, impresionante) y terminamos el recorrido como no podía ser de otra manera para un friki como yo: en la calle en la que termina "Lost In Translation".Sísísísí.
De vuelta al hotel entrevista con Bunbury. Para poner de manifiesto la falta de originalidad de todos los que estábamos allí, deciden que la sesión de fotos sean de él apoyado en la ventana como en la peli. Cosas. La entrevista fue más bien rutinaria y un poco estresante (poco tiempo, como siempre). No dijo nada interesante, aunque luego otro entrevistador me reveló un buen titular: "No entiendo cómo se puede conjugar tan bien la filosofía zen y el capitalismo".
Siesta hasta el doble concierto en la sala de Jamiro (esta vez fuimos andando y llegamos a tiempo). Comenzaron Macaco, que no me molan pero que hay que reconocer que animaron el cotarro, finalizando con una batucada en medio del público tras el concierto. Había una japonesa con una camiseta de los zapatistas y me puse a hablar con ella. Era fan de Manu Chao, Ojos de Brujo y tal, para que vean cómo en Japón hay fans para todo.
Nos fuimos a cenar a un italiano pero, tranquis, con camaretas japos que sólo hablaban japo (delirante, de nuevo) y nos perdimos el concierto de Bunbury con las coñas. Me habría molado verlo (para mi gusto, tiene un directo fenomenal), pero quizás me ahorré el bajón. Apenas había 30 personas entre el público. Llegamos mientras se pedían los bises pero no volvieron a salir. Yo tenía cita con Bunbury para hacerle una minientrevista en el camerino, pero estaba cerrado a cal y canto con el armario del mánager custodiándo la puerta y diciendo que la entrevista era imposible. No pasó ni Ramoncín (algo así como el pelota omnipresente de los camerinos, a tenor de la experiencia de este viaje). Luego me enteré de que el mal rollo se debía a que cuando iban a salir para el bis uno de los músicos "desapareció" y Bunbury montó en cólera.
Nosotros no fuimos membrillos y nos fuimos a dormir. Mañana, Nagoya. No hacer rimas.

Canción del día: "K-Hole" (CocoRosie)

Frase del día: "No puedo con tanta posmodernidad" (Alberto)

5 Comments:

Anonymous Anónimo said...

hoy lo que mas envidia me da es lo del kabuki... el año pasado a estas alturas estaba lleyendo un libro sobre la primera actriz de kabuki... Sadayako

1:40 a. m.  
Blogger David said...

Y también a estas alturas habías conocido a Koichi, jejeje

1:44 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

... y al igual q Scarlet no sentí nada..., jaja. Lo dicho: no puedooolll. Por cierto, algún japonés imitando a Chiquito? Hubiese sido lo más, tíaaaa.

1:49 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

jejeje... si davidiño... precisamente me acuerdo pq estuve intentando hablar del tema con el... y no hubo manera de hacerme entender lo suficiente

10:36 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

David, te leo muy pillado por "Lost in Translation". Vamos, como los forofos que buscan la capilla de Edimburgo donde parece que acaba el "Código Da Vinci", jajaja. ¿Para cuándo un viaje por Madrid a la busqueda de ese cruce concurrido de calles donde Paco Martínez Soria en "La ciudad no es para mí" iba con el cesto de las gallinas y sacaba de sus casillas a un policía municipal?

Me quedo de este Tercer comentario con "para mi decepción, tenía más de comedia que de drama", (hala, a regalar todos dramones al deibin) y con lo de "a mi lado había una japonesita que se quedaba dormida, le caía la cabeza y la terminó apoyando en mi hombro. Qué riquiña!!" (que espero no te llevases a Violeta Gómez de viaje).

3:50 p. m.  

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