miércoles, febrero 07, 2007

"Paris je t'aime". Alexander Payne y todos los demás

Ya sabrán cómo funciona esto de las películas colectivas: una modalidad bastante habitual últimamente en los festivales de cine, normalmente en torno a una idea resultona pero generalmente con no mucha notoriedad (suele quedar como anécdota que ni siquiera llega a los cines comerciales). "11 de septiembre de 2001", "Eros" o la española "Hay motivo" son algunas de las que sí lo consiguieron. "Time" -donde aparecía lo último que ha hecho hasta el momento Víctor Erice, por ejemplo- se ha quedado inédita en España.

"Paris je t'aime" parte de una idea fácil y, al mismo tiempo, difícil. Fácil, porque la capital francesa es una ciudad ya de por sí enormemente cinematográfica: un plano de un lugar de la ciudad y dos personas caminando sobre él ya aseguran, al menos, que vamos a ver algo interesante. Difícil casi exactamente por lo mismo: ha habido tantas grandes historias ambientadas en París que se hace difícil aportar algo que no se haya dicho ya. Para más inri, la idea (historias, más o menos, aunque al final tomado con sentido muy libre, sobre amores, encuentros, desencuentros, etc., situadas en diferentes lugares de la ciudad) ya fue tan bien conseguida, por ejemplo, por Eric Rohmer en "Les rendez-vous de Paris" que la cosa se complica.

Son 18 microhistorias en menos de 2 horas (o sea, poco más de 5 minutos para cada una) y la única condición es que cada una se desarrollase en un barrio diferente. El resultado es, claro, muy desigual, pero al menos la escasez de duración de cada corto asegura que no haya aburrimiento. Y, al contrario: que en las mejores historias te quedes con ganas de que se desarrollen más los personajes o los argumentos. Tom Tykwer, por ejemplo, lo resuelve muy bien al contar su parte ("Faubourg-St.Denis") a velocidad de vértigo, de modo que toda la larga historia de una pareja pueda caber en esa duración. Pero también era lo más fácil. En el caso de Isabel Coixet ("Bastille") el recurso adquiere más fuerza al amplificar el negrísimo humor de su historia, tan grotescamente tragicómica y, al mismo tiempo, veloz, que no te da tiempo de ponerte en situación.

El que más me ha gustado, con diferencia, es el segmento del enorme Alexander Payne ("14 arrondisement"). Monólogo de una cartero de Nevada en francés patatero que resume lo mejor de su cine: ese humor lleno de amargura, entrañable y triste a la vez, absurdo, cáustico y profundamente humano, finalmente emocionante. La soledad del turista, el encantador paletismo del turista y las revelaciones sentidas cuando alguien se encuentra en soledad en un lugar extraño se dejan entrever en esta joya. Sólo por esta parte (que, creo que no es gratuito, se sitúa justo al final) ya valdría la pena ver la película.

Los otros fragmentos que más me gustan:
-"Père-Lachaise", de Wes Craven. Increíble: Craven cambia radicalmente de registro con una historia que ya de por sí no podía fallar.Una pareja a punto de casarse, en viaje de pre-luna de miel, visita el cementerio. Al acudir a la tumba de Oscar Wilde, ella se da cuenta de que no ama a su pareja porque él no entiende nada. Lástima que al final adquiera un tono de comedia romántica que decepciona. Hay una sorpresa: el que hace de Oscar Wilde es... Alexander Payne.

-"Quartier des Enfants Rouges", de Olivier Assayas. Se reserva el barrio con el nombre más bonito y, al mismo tiempo, inquietante. Así es la historia también, protagonizada por mi adorada Maggie Gyllenhaal como una actriz yanqui que, para relajarse durante el rodaje, busca a un camello local que le proporcionará costo de primera. Con muchas preguntas abiertas fuera de plano y fuera de tiempo.

-"Tuileries", de los hermanos Coen. Puro humor absurdo al más puro estilo de los Coen, ambientado en una estación de metro y con el gran Steve Buscemi de protagonista.

-"Parc Monceau", de Alfonso Cuarón. Le basta un solo plano secuencia con Nick Nolte y Ludvine Sagnier caminando (al estilo de "Antes del atardecer", de Richard Linklater) y un diálogo genial para meterme en el bolsillo.

-"Quartier Latin", de Gerard Depardieu. Ésta a la que me recuerda es a "Coffee and Cigarettes" de Jim Jarmusch. Lo protagonizan, maravillosos, Ben Gazzara y Gena Rowlands, con el propio Depardieu de espectador.

-"Pigalle", de Richard LaGravenese. Aquí la pareja protagonista son Bob Hoskins y Fanny Ardant, prácticamente autohomenajeándose en una surealista reflexión sobre el teatro, el exhibicionismo y el paso del tiempo en las parejas.

-"Place des Fetes", de Oliver Schmitz. Hermosa historia de amor y tragedia entre dos inmigrantes nigerianos.

-"Le Marais", de Gus Van Sant. Tenía que ser el más cool y por eso elige el barrio más cool, pone a Marianne Faithfull de secundaria y como protagonistas a dos chicos guapísimos y molones (uno de los cuales se parece a Joe D'allessandro). Y, la verdad, le queda tal como pretendía: molón y cool. En el mejor sentido.

Y la más decepcionante:
-"Quartier de la Madeleine", de Vincenzo Natali. Aquí, presto a celebrar que por fin veía algo nuevo del autor de la grandiosa "Cube", a celebrar que a alguien se le haya ocurrido hacer una historia de vampiros (¡fantaterror en este proyecto! ¡sacrilegio!), pero me encuentro con... en fin, una tontería. Con la de posibilidades que daría ese Paris gótico...

No está mal el promedio: 8 cortos me gustan, uno me defrauda y 9 me dejan a medias. Pero me pasé un muy buen rato y tuve recuerdos, ideas y sensaciones. A poco que lo hagan bien, un buen plano sobre esa ciudad y un par de personas caminando ya pueden salvarme el día. Se estrena el 23 de febrero.

Canción del día: "No Pussy Blues" (Grinderman)

Frase del día: "En vez de volver ha elegido la mala educación" (Viggo Mortensen en su carta abierta a Almodóvar tras la ceremonia de los Goya)