martes, septiembre 30, 2008

"Tropa de élite", de José Padilha. Vigilar y castigar.

Del mismo modo que "Ciudad de Dios" abrió un debate sobre si estaba glamurizando la violencia -y también la delincuencia- en las favelas de Río (debate absurdo, porque estaba claro que no), "Tropa de élite" lo retoma desde otro punto de vista: ¿es una justificación de la violencia policial?, ¿una película reaccionaria que, como han escrito incluso en la nada progresista "Variety", está pensada para reclutar a fascistas para la BOPE (el cuerpo policial-militar encargado de poner el orden en Brasil cuando la policía normal no puede cumplir una misión por estar altamente corrupta)?.

La peli de Fernando Meirelles y la de José Padilha son prácticamente dos caras de la misma moneda. Si la primera se cuenta, con una constante voz en off, desde la perspectiva de un joven chaval de las favelas que quiere huir de la violencia y dedicarse a la fotografía; la segunda se narra desde la voz de un miembro de la BOPE que, también harto del mundo violento en el que vive, se empeña en imponer el orden. Aparte del ideológico -ese prisma que, como dice Jaime Rosales, lo vuelve todo absurdo a la hora de enfrentarse a una película- la primera adquiere mucho más fácilmente nuestra simpatía porque es muchísimo más sencillo identificarse con el adorable Buscapé que con el hijo de puta integral que es el Capitán Nascimento. Algunas de las escenas de reclutamiento de la BOPE, por cierto, son de tal macarrismo que parecen una parodia pasada de rosca de "El sargento de hierro" o "La chaqueta metálica".

Pero no voy a poder evitar librarme de darle vueltas a la presunta ambigüedad ideológica que se presenta a lo largo de todo el film y que se desenmascara con un simple detalle: uno de los guionistas es Bráulio Mantovani (curiosamente, también de "Ciudad de Dios"), que es el que le da el ritmo a la película, pero la historia parte de Rodrigo Pimentel, que fue miembro de la policía y el BOPE. Teniendo en cuenta que no se reflejan críticas al cuerpo (sí a los corruptos, pero no a quien se supone que hace bien su trabajo, que es lo que representa Nascimento), la perspectiva queda más clara.

De hecho, el personaje más interesante -y cuestionado- es su compañero André Matias, otro agente obsesionado por hacer las cosas bien, también aspirante a abogado, que, como repite continuamente la voz en off de Nascimento, la caga desde el momento en que se va a la universidad, se cuela en un grupo de estudios de (je) sociología que debate sobre Michel Foucault, se relaciona con ONG's que actúan en las favelas y fuman mucha marihuana. La idea no tan subyacente (es claramente explícita) es que ese grupo de gente es chusma, y tan responsable de la violencia como los narcos y los policías corruptos. "Por cada niñato universitario que se fuma un porro mueren niños a manos de los narcotraficantes" o "Los ricos con conciencia son lo puto peor, no saben que la guerra es la guerra" son algunas de las cosas que se dicen.

La otra idea es que el tejido social de Río está tan viciado que la mezcla entre clases o facciones es completamente imposible. Hay, incluso, una sub trama del tipo "Romeo y Julieta". "Para el BOPE, que no acepta la corrupción -ha dicho el director- los agentes convencionales son casi enemigos. El estudiante y la integrante de la ONG conviven con los traficantes. El BOPE no, los combate. Para el estudiante, fumar marihuana es una cosa normal, no se le ocurre pensar que está financiando el arma que dispara a la policía. El conflicto entre las distintas éticas de estos grupos sociales debido a la hipocresía imperante se hace más dramático porque todos ellos se someten a la violencia". Añade Padilha: "La película observa esta situación desde fuera, con la óptica de una persona inteligente que ha entendido lo que sucede y que quiere salir de ella. Pero esto no significa que haya que alinearse con el personaje de Nascimento. El film sólo quiere mostrar lo que estamos viviendo y que reflexionemos acerca de ello".

Reflexionemos entonces. ¿Persona inteligente? Al final, lo que da más chungo es pensar que, ante el infierno que ve a su alrededor, Nascimento sólo parece plantearse dos opciones: o dejas que ese entramado de corrupción siga su curso normal, que se conviva en el desequilibrio rutinario en el que todo se va llevando; o montas la guerra y te vas a limpiar las favelas de escoria armado con ametralladoras. Convivir o combatir. Creo ver bastante claramente por cuál de las dos vías se decanta la película.

Canción del día: "Dreams Old Men Dream" (Cold War Kids)

Frase del día: "Buscamos amar y no odiar" (Mario Conde)

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Yo tengo claro que, entre convivir o combatir, prefiero combatir. Convivir no es mas que ser otro corrupto mas que 'financia' la corrupción.

Aunque es solo una opinión :-)

11:49 p. m.  

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