lunes, septiembre 23, 2013

Crónicas de la Edad de Plata (V)


El pasado fin de semana me acerqué a la sala El Juglar para ver los dos dobles conciertos que organizaba Madrid Radical, un colectivo que, desde principios de año, está contribuyendo a agitar un poco más la escena indie subterránea de la capital, y con una visión muy personal que se contrapone un poco a aquellas que, generalmente, se tienen desde fuera acerca de lo aparentemente relacionado con lo underground. Sus cabecillas actuales son tres chicas muy jóvenes que, por ejemplo, a todo el que asistía a los conciertos le invitaban a un trozo de tarta hecha por ellas mismas.

La tarta musical se repartió entre cuatro grupos igualmente personales e interesantes. A El Pardo ya los he visto tres veces en un corto espacio de tiempo y quizás ésta fuese la mejor. Formado por miembros de otros grupos de la escena (Alborotador Gomasio, Tigres Leones, Despotismo Ilustrado) y liderados por el ubicuo e hiperactivo Raúl Querido, tienen sus mayores armas en un sonido agresivo y oscuro que propulsa las palabras de su vocalista, crecido en directo como una especie de predicador punk que lanza críticas sobre la situación política del momento, pero también sobre la mercantilización de la cultura y sobre la escena musical y la presunta despolitización del propio indie, sobresaliendo ese tema en el que canta "No soy de izquierdas, tampoco de derechas, soy de los 90, fan de Los Planetas". Puede ser opinable lo idóneo de unas canciones tan explícitas -realmente cercanas al Rock Radikal Vasco en muchos aspectos- como demasiado coyunturales y atadas a un momento, a nombres y situaciones muy de 2013, pero también puede ser ese su mayor valor: el de responder a la urgencia del aquí y ahora. Algo que, además, defienden con sangre en las venas y mucha rabia, sin imposturas. "Las clases ociosas" es uno de mis hits del año.


Me acerqué virgen al concierto de El Último Vecino, grupo que me habían recomendado varias personas diferentes, y la verdad es que fue una gratísima sorpresa. Por momentos (en una sensación que tengo últimamente bastante frecuente) parecía que me estaba teletransportando al Rock-Ola o, más bien, a la idea que en mi cabeza tiene de una fantasía del Rock-Ola. Eran, como alguien comentaba por ahí, más 80's que los propios 80's, con sonidos que me recordaban a cosas escuchadas y reconocibles pero que tenían más de eso, de recuerdo sin forma de una ilusión borrosa, que de nombres concretos que pueda citar. Pese al presunto revival (el mismo que, de algún otro modo, les puede emparentar con otros grupos de Barcelona como Extraperlo o Capitán), hay algo desfigurado en el mismo que no empaña la peculiar personalidad y un encanto al que contribuye la presencia "ámalo-u-ódialo" de su peculiar y sobreactuado líder, Gerard Alegre, una especie de cruce entre el cantante de The Drums, el Pablo Carbonell de los inicios de Toreros Muertos y un Manolo García en palmas y espíritu. De hecho, otra de las cosas que más me ha llamado la atención de ellos es su extraña forma de interiorizar el influjo de El Último De La Fila, presente tanto en el nombre como en citas directamente copiadas a canciones (hay una que comienza así: "Como barca en la mar que encendida en brea muge y zozobra") o en encadenados de referencias en un modo que parece de escritura automática, como ese "Mis padres mis zapatos los ángeles no me acostumbro a vivir sin mis zapatos" (Los ángeles), donde se vislumbran los títulos de tres temas de "Enemigos de lo ajeno". Me da la impresión de que, en su mundo, puede haber otras referencias similares de otros grupos que probablemente se me escapen. Tienen, por cierto, ya bastantes fans que se conocen las canciones y que petaron la sala, así que auguro que es un grupo del que creo que se va a hablar mucho.


Más verde está Sangre, un sexteto completamente femenino que apunta cosas pero al que quizás le falte todavía algo de definición en su sonido. Más ochentero por momentos, más tirando al pop-rock convencional en otros, aportando textos también muy anclados en el presente (había un tema que iba sobre el infame Ecce Homo de Borja, por ejemplo) o incluso una versión de Best Coast. Una compañera que las conocía me chivó que se trataba de su segundo concierto, así que confiemos en el futuro.

El inmejorable fin de fiesta llegó con Violeta Vil, un cuarteto afincado en La Rioja pero con componentes procedentes de Venezuela y Canarias y autores de uno de mis álbumes favoritos del año pasado, "Lápidas y cocoteros". Ese título, por cierto, sirve para definir muy bien un estilo en el que se aúna el siniestrismo ochentero con sonidos más tropicales y psicodelia latina. Realmente, suenan como si, en lugar de estar perdido en el bosque de "A Forest" de los Cure, eso mismo ocurriese en medio de una selva tropical en una noche algo lisérgica. Por compararlo con algo reconocible por mí, el espíritu que veo sería el de los Radio Futura de Semilla Negra, aunque es probable que haya otros referentes latinos que desconozco (versionan, por ejemplo, a Violeta Parra). Han mejorado muchísimo en directo desde que las viese en Siroco hace un año y parecen ya dominar plenamente su sonido a la espera de que nos obsequien con material nuevo, más allá del split EP que editaron recientemente junto a Prisma en Llamas. Estamos ante uno de los grupos, sin duda, más prometedores que nos podemos encontrar por aquí ahora mismo.

Ahora mismo el puto blogger no me deja embeber vídeos de Sangre ni de Violeta Vil, pero podéis ver los que tenía pensado aquí y aquí. Además, en este canal encontraréis más vídeos tanto de los conciertos citados como de otros anteriores de Madrid Radical. Como complemento, en este post, Raúl Querido ofrece su punto de vista sobre el colectivo.